domingo, 3 de agosto de 2008

Medallion Porter Capítulo 1

Aquí vamos a poner el primer capítulo de Medallion Porter, que ya había publicado en el otro blog, pero de todas formas lo ponemos de nuevo.


I. Un evento inevitable

Erase una vez, no hace mucho tiempo, en las afueras de la ciudad de Tokio, Japón. En esta estrepitosa jungla vive una chica, Mari, que cursa primer año de instituto de preparatoria y vive los problemas de cualquiera de su edad.

Ella estudiaba en un colegio especial para gente extranjera, pues su nacionalidad era alemana (aunque tenía descendencia japonesa) llamado Kimiku Mori Gakuen. A pesar de llevar casi un año de estudio allí, era un poco seria con la mayoría de personas, pero llevaba unas notas muy buenas, aunque de vez en cuando algunas materias le hacían doler la cabeza.

-¡MIRA EL CHICO DE ALLÁ! -le decía alguna de sus amigas cuando circulaban por un pasillo. Ese sería perfecto para ti, Mari...

La niña miraba vagamente al señalado, y bajaba la cabeza haciendo lucir sus largos y cafés cabellos. Aunque ella no lo demostrara, solía ser muy sentimental y alegre.

En alguna clase siempre se le podía ver haciendo algún dibujillo entre sus apuntes, o tararear una canción. En muchas ocasiones ni sus más cercanos amigos tenían idea acerca de lo que pensaba.

Tenía entre su cara dos mechones de cabello verde tirando a azul y unos ojos cafés oscuros que siempre se veían soñadores. De vez en cuando llevaba algún accesorio como suplemento de su uniforme, y por culpa de uno fue que cambió su vida para siempre.

***

Era un día de tantos, uno de esos en que los estudiantes van contentos a casa porque no llevan ningún deber pendiente. Cuando las lecciones terminaron, Mari se dirigió a su casillero, como normalmente lo hacía, y se encontró con un puñado de gente reunida ante un tablón de anuncios.

Se acerco para mirar y moviéndose un poco logró distinguir lo que decía en un cartel. Se trataba de un baile que se efectuaría el día siguiente. -"Lo anuncian un día antes"- decía un alto muchacho. “¿Qué voy a llevar? No tengo nada"... Replicaba una de las amigas de Mari.

Podría ir, no pierdo nada intentándolo -decía Mari para sí. Entonces siguió su camino y llegó a su casillero. Lo abrió y dentro sacó y metió algunos libros. Entonces escuchó un sonido metálico. Un pequeño medallón circular había caído al suelo cuando ella tomó algunas cosas del compartimiento.

Primero pensó en que quizá alguien lo habría olvidado, pero luego pensó que era absurdo que alguien dejara allí una cosa tan reluciente.

-Si está allí, es porque quería que ahí estuviera- dijo, la tomó y la puso dentro de su mochila. Salió del colegio abriendo paso entre los y las estudiantes y se encaminó hacia su apartamento. En esta institución, los alumnos pueden moverse libremente por un enorme campus que se constituye de apartamentos (uno por estudiante), tiendas, zonas verdes y algunos centros recreativos. No se les permite salir a menos de que sean vacaciones u otras excepciones. Mari había trabajado muy duro para ingresar a éste colegio, pues ella era originaria de Alemania, y a comienzo de año había recibido una beca estudiantil, con lo que tuvo que despedirse de su madre.

Durante un instante sintió algo extraño, como una presencia, pero le pareció poco sospechoso, así que continuó avanzando.

-Me pregunto con quien bailaré –se dijo ella –Éste sería el primer baile al que asisto, pues apenas entré este año a éste colegio y no estoy bien familiarizada con sus tradiciones… Mas vale que Sam no me meta en un lío tratando de buscar un chico con quien salir.

Escuchó una pequeña risita, e inmediatamente se dio la vuelta. Dos chicas estaban detrás de ella. Una de ellas era Sam, que tenía el cabello café oscuro y unos ojos brillantes. La otra era su otra gran amiga, Isabella, la más brillante de toda su clase.

-De acuerdo, ésta vez me pillaste –le dijo Mari a su amiga- y... ¿tu como estas, Isabella?

-B…bien- respondió suavemente la chica.

-Me alegro de eso –contestó amablemente- ¿Qué hacían siguiéndome? Está bien que quieras preocuparte por mi, Sam, pero al menos deberías avisarme…

-¡No es por eso! –Respondió Sam- Solo quería preguntarte si querías prestarme los apuntes de biología, no he tenido tiempo de copiarlos y sé que tú los tienes completos.

-Bueno, pues la verdad si los tengo, pero los dejé en mi casillero –contestó Mari- así que si los quieres tendrás que ir por ellos, pero no tienes la llave, así que creo que deberás esperar hasta mañana. Lo siento de veras…

-Oh, está bien, tendrá que esperar hasta mañana –dijo alegremente la chica- entonces nos vemos mañana en la clase, que pases un lindo día.

Ambas amigas se despidieron, lo mismo hizo Isabella. Mari siguió caminando, y pasó frente a una tiendo de ropa. Exhibían unos vestidos muy bonitos. Pensó en comprarse uno para el baile, pero en ese momento estaba escasa de dinero, y se conformó en usar algunas de sus habituales prendas.

Al llegar a su apartamento, Mari se dirigió hacia su cuarto para elegir la ropa que llevaría al baile. Ella usualmente no vestía ropas muy elegantes, todo lo contrario, se ponía lo primero que encontraba. Se probó una blusa rosa y una larga falda de manta color púrpura. Entonces recordó aquel medallón que había encontrado y lo sacó de su mochila. Lo miró un momento y se lo puso.

En ese momento el objeto comenzó a brillar intensamente justo cuando tocó su cuello, soltando un resplandor plateado que cubrió casi por completo la habitación. La chica casi no podía contener la respiración de lo que estaba sucediendo. De repente, sintió un tirón, y vio como la joya la arrastraba hasta el centro del cuarto.

Un vacío se abrió bajo los pies de Mari, e hizo que ésta cayera dentro. Iba descendiendo rápidamente por aquel abismo y gritaba del horror. Era un túnel muy oscuro, y el medallón (que aún lo llevaba puesto) iba dejando de brillar poco a poco. En cuestión de segundos, se vio suspendida en medio del cielo, azul y pacífico, y muy confusa. Bajo ella se encontraba el mar. Pero de repente cayó.

***

Mari despertó, aún en el agua, y lo primero que notó fue que estaba respirando bajo el agua. Lo segundo fue que ella estaba sobre una gran bestia de un color morado oscuro, por lo que volvió a gritar.

De repente, la bestia se alzó hacia la superficie y empezó a surcar los cielos. Mari inmediatamente se sostuvo de la majestuosa criatura. Tenía dos alas a cada extremo de su lomo y un signo muy extraño en su rostro. Su forma era similar a la de un dragón. Parecía un sueño. Empezó a disfrutar el viaje, y podía ver el inmenso mar a su alrededor. Al poco tiempo, escuchó una voz diciendo: “Salta”…Mari dijo en voz alta: “Si salto, caeré al agua y no sé nadar muy bien…” Pero la voz (que sonaba gentilmente) replicó: “Salta…”

La niña hizo un gesto serio y asintió afirmativamente; y se decidió a lanzarse a las transparentes aguas. Aunque no supiera nadar, logró mantenerse a flote para ver cómo la bestia se alejaba hasta perderse entre las nubes.

Si se quedaba allí se podría ahogar, así que comenzó a nadar hasta poder encontrar tierra firme. Le costó hacerlo, pues en su vida había recibido lecciones de natación y solo había jugado en piscinas y playas. Luego de lo que le parecieron siglos, pues ya estaba cansada, divisó una pequeña costa.

Estaba más feliz que nunca al pisar la arena. “¿En dónde me encuentro? ¿Por qué tengo este medallón y de donde salió?”… eran algunas de las preguntas que no salían de su mente.

Casi era de noche, y Mari ya empezaba a tener frío y hambre. Miraba un imponente atardecer que mostraba vivos colores naranjas y rojos, y un gran sol en el centro. Escuchó ruido, Mari recorrió el océano con su vista buscando la procedencia del sonido, y divisó una pequeña criatura siendo atacada por un gran monstruo marino.

Solo contaba con ella misma, y se lanzó de nuevo al agua. La cosa gigante hacía olas que impedían que la chica se acercara, pero aún así ella perseveró en cumplir su objetivo de rescatar a la pequeña criatura azulada.

El monstruo era muy similar a una serpiente, era de color azul y tenía en su cara pinta de serpiente, pero su tamaño reflejaba veinte veces el de una serpiente común. Mari estaba casi inmóvil al verlo de cerca. Incluso cuando le aterrorizaba la idea de intentar hacerlo dejar de lastimar a la cosa azul, hizo un gesto serio y llamó la atención del gigante.

-¡Hey tú, serpiente marina o lo que seas! –gritó desde abajo. Pero no pareció funcionar.

Una vez más intentó que le mirara, y lo logró. El monstruo rugió con fuerza y soltó a la presa de sus zarpas para lanzar un potente rayo hacia la niña. Mari no se esperaba aquello, y quedó paralizada. El rayo se acercaba, pero a centímetros de alcanzar a la victima algo como un escudo invisible o una fuerza impidió que tocara a la chica.

Mari volvió en sí algunos segundos después, aún confusa de lo que había presenciado.

-¡Eso ha resultado simplemente increíble! –dijo ella muy entusiasta, y tomó una posición de ataque similar al que veía en las series de televisión.

-¡Esto es como en las historias clásicas en donde una chica recibe un objeto mágico que le da poderes! Ahora podré salvar al pequeñín. –Cerró los ojos y extendió sus brazos.

Luego de dos segundos. Abrió uno de sus ojos. Era obvio que nada había ocurrido, así que se sumergió por completo con la cara sonrojada.

¿Por qué no funcionó? –pensaba ella. Ya empezaba a ver que no se concentraba. Volvió a la superficie para intentar de nuevo; completamente decidida. Esta vez la zona se iluminó por completo. Incluso Mari se había iluminado, y gritó muy fuerte a causa del esfuerzo que estaba realizando con sus ojos fuertemente cerrados.

El monstruo rugió fuertemente. La intensa luz empezó a desvanecerse. Mari recordó a la pequeña criatura azul, que estaba flotando en medio del agua, y la tomó.

Comenzó a nadar de nuevo a la orilla. Al pisar tierra puso a la cosa en el suelo e intentó hacerla reaccionar, pero no ocurrió nada.

-Esa luz fue muy potente, ha hecho desaparecer a ese monstruo marino. Me pregunto si lo habré matado a él también… -dijo levantándose- Además, ¿cómo fue que hice eso?

Miró el medallón que colgaba de su cuello y se lo quitó para examinarlo. Parecía una joya circular casi transparente, y tenía un haz curvo en el centro de color rosa. Seguro que ésa era su fuente de poder. Pensó en las cosas que podría hacer teniendo ese objeto como posesión; sería capaz de hacer gran cantidad de cosas que sin el no podría realizar… Se escuchó una tosecita. La criatura empezaba a despertar.

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